miércoles, 6 de noviembre de 2013

Días de LEGO

Organizo mis días a las 6y45 de la mañana. Hago inventario a las 11y30.

Así me he acordado de que esta mañana me he encontrado con El Gorro. 

Esta mañana llegaba tarde. Para mí la ducha mañanera no es un estimulante, es una especie de meditación zen debajo de la cascada intensidad media de la ducha con olor a sándalo y granada de Herbal Essence. Así que he asumido esos 5 minutos de retraso que suele llevar el tren cuando intento coger el bus de en punto y no el de menos cuarto. Y ha aparecido El Gorro, bajando las escaleras, justo antes de que se cerraran las puertas. 

El Gorro surge de cuando yo llevo muchos días madrugando y empiezo a sudar Loctite, así que voy saliendo más y más tarde de mi casa. Así me encuentro haciendo cosas como cambiar la parada del bus y empezando estudios demográficos. El Gorro se parecía a los tíos con los que me encontraba de fiesta a los 17, con camiseta de manga corta y beannie, mirando con ojillos entornados y las cejas levantadas a  juego con el canuto que sacan solo para demostrarte que fuman canutos. De repente, el Gorro dejó de aparecer. Y yo intenté retomar la sana costumbre de llegar con tiempo a los sitios. 

Esta mañana ha vuelto. Con luz natural, ya  no nos jugamos la vida cruzándonos el Bronx en el bus del IMSERSO. Era él por el gorro supongo. Y a las 8 de la mañana me parecía crucial hablar del reconocimiento en anécdotas y de por qué no soy capaz de sacar del bolso mis gafas de Lolita. Y se me ha olvidado. Completamente. Porque: 

  • He perdido una agenda con cosas MUY importantes. Y una bufanda. Con años importantes. 
  • He acabado en la Gavia todavía no sé muy bien por qué. 
  • Me ha dado un bajón de azúcar. 
  • Hemos buscado un baño cerca de la clase de la optativa y lo único que hemos encontrado era un cuchitril sin pestillo con un camisón mojado en una ducha. En uno de los hospitales más importantes, antiguos, robustos, polvorientos de España. *Sic*
  • He repartido un trabajo como quien trincha capitulaciones de guerra. 
  • He clasificado mis historias clínicas. 

El tiempo diario no es cíclico, ni siquiera lineal. Mis días están hechos a base de LEGOS sobre los que me despierto, que me levantan de la cama. Cada momento del día en una pieza inconexa, azul, roja, amarilla. Cada momento del día empujando con el canto de la mano, cuadrando. Por las noches evalúo qué ha salido del día. Antes de ponerme a estudiar me hago preciosos planes de catedrales en horas y páginas. Auditorios de ordenar armarios. Todas las noches una especie de yenga sobre la que apoyo el día siguiente con ladrillos que hace 8 horas eran vitales y ahora les voy dando con el dedo hasta que caen. 

Creo que mañana me cogeré el de menos 15 para ir a objetos perdidos. 

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